26 nov 2009

Corona para la Reina de las Reinas




UNA CORONA PARA UNA REINA: DONACIONES DESDE EL AMOR

GÉNESIS DE UN DISEÑO

P. Juan Dobado Fernández (O.C.D.)
Director artístico de la Archicofradía
Diseñador de las Coronas

La Coronación de Nuestra Madre Santísima del Carmen de San Cayetano es, sin duda alguna, una Coronación desde el AMOR profundo que muchos cordobeses sienten hacia esta Bendita Madre del Escapulario, amor florecido en cuatro siglos de devoción.

Y así es como vivimos cada uno de los actos y celebraciones en torno a Nuestra Madre del Carmen, como aquel grito jubiloso entre la multitud el día de su Procesión el pasado 16 de Julio: “Si hoy es así, ¡cómo será el día de tu Coronación!”. Una fecha que esperamos anhelantes, pero que sabemos que pronto llegará, y que antes iremos saboreando a través de los numerosos actos que la Comisión está preparando a lo largo de estos tres breves e intensos años.

Para este acontecimiento mariano de Córdoba, a la par que la completa agenda de celebraciones, ya se ha ultimado el diseño de la singular CORONA de oro de la Virgen del Carmen y de su Encantador Niño, así como el CETRO y los ESCAPULARIOS, labrados también con el oro recogido desde el amor hacia su Venerada y Bellísima Imagen Carmelitana que reside en el precioso joyero de San Cayetano. Oro que saldrá de las donaciones amorosas de sus devotos que ya han pasado las 150 aportaciones y que gracias a todos conseguiremos que sean, de verdad, las Coronas de sus devotos.

El diseño de tan valiosas preseas, realizado por un servidor y con la colaboración de Sergio Cornejo Ortiz, se ajusta al estilo rococó al igual que el resto del paso del Carmen y también como los dos juegos de coronas antiguas de plata de la Imagen punzonadas en el siglo XVIII. El canasto se articula mediante seis airosos imperiales cuya sección principal ocupa un ángel atlante que porta un escapulario en sus manos, salvo el imperial central que centra una cartela con un busto de San José, esposo de la Virgen y titular del Convento fundado por San Juan de la Cruz donde está la Archicofradía, y el imperial trasero donde irá una jarra de azucenas.

La base de la corona lleva una filacteria, entre querubines, donde está escrita una cita del Salmo 44: “De pie a tu derecha está la Reina, enjoyada con oro”. Decoración a base de rocalla, jarrones, acantos y otros detalles de inspiración rococó se intercalan armónicamente sin perder el diseño de base. En el canasto, del mismo modo que en toda la corona, se insertarán valiosas joyas antiguas y abundante pedrería de gran valor que se ha donado para la misma por sus devotos. En la parte frontal se halla un escudo del Carmelo Descalzo que irá en esmalte sobre oro. Jarras con rosas ocupan los espacios intermedios de los imperiales, la presencia de la rosa no es casual sino que alude a la letanía carmelitana Rosa Carmeli.

La ráfaga o resplandor de la corona se inserta en el diseño en perfecta unión con el canasto, de la unión de los imperiales nace el tronco de la Vid del Carmelo, en alusión a la original pintura conservada en el crucero de San Cayetano con este tema iconográfico. De este modo, en el centro de la ráfaga se dispone el tronco de la vid en cuyas ramas, decoradas con racimos de uvas y hojas, aparecen los dos frutos de santidad más importantes del Carmelo: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, sentados, la primera como escritora y el segundo con la Cruz que le caracteriza. Sendas filacterias enroscadas en la vid contienen la inscripción: Eres Viña florida y Esplendor del Cielo.

Toda la ráfaga es un rompimiento de gloria que tiene su centro en el Espíritu Santo, en forma de paloma, que se haya sobre la vid y las figuras de los santos. El resplandor tiene su comienzo en dos figuras de ángeles que tienen la intención de depositar la corona en las sienes de la Santísima Virgen del Carmen, ángeles que se han tomado de la bóveda de la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, casa de la Orden que cobija el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini. En la parte superior, en medio de nubes y rayos, dos ángelotes acompañan a la cruz central, que contiene una original cruz de esmeraldas del setecientos, y sostienen cada uno una estrella, que junto a la que queda en el espacio interior conforman las tres estrellas y la cruz del escudo de la Orden.

Conserva la corona su forma abombada propia de la antigua corona de salida, añadiéndole la cruz que no la tenía. Alterna rayos rectos con otros flameantes separados por ramos de rosas, alusivas a su letanía. Un haz de nubes y cabezas de querubines se disponen alrededor dejando hueco a las doce estrellas de la iconografía mariana que quedarán interiores y con movimiento.

La Corona del Divino Infante mantiene la misma línea de la presea materna en el uso de los imperiales. Presenta sólo cuatro imperiales y dos grandes cartelas en la parte central delantera y trasera respectivamente, la primera con el escudo de la Orden en esmalte y la trasera calada. En lugar de ángeles mancebos se disponen cuatro angelotes niños sosteniendo el escapulario en sus manos. En el aro inferior lleva una filacteria con la inscripción evangélica: “Dejad que los niños se acerquen a mí (Mateo 19,14)”, recordando que es un regalo de los niños del Colegio Virgen del Carmen y de los niños de la ciudad. Remata con orbe y cruz que contiene una valiosa joya de esmeraldas del siglo XVIII.

El cetro de la Madre y los escapularios irán realizados en filigrana de oro, como homenaje a una de las artes más características de la ciudad de Córdoba. El cetro rematará con una corona de imperiales calados y hojas de acanti enroscadas helicoidalmente. Los escapularios calados sobre fondo de terciopelo marrón con los escudos de la Orden y el AveMaría donde se emplearán decoraciones menudas a base de caracolillos y hojarasca.

Ya hemos comenzado el camino, ahora a seguir trabajando en este amor tan grande que sentimos hacia Nuestra Madre del Carmen y la realidad cada día más cercana de verla CORONADA